viernes, 3 de marzo de 2017

LAS PENSIONES QUE VIENEN

La Seguridad Social puede cerrar 2016 con un déficit de 19.000 millones, ya que los ingresos
los economistas alertan de una pérdida de poder adquisitivo del 18% de la pensión en la próxima década

Hace apenas cuatro años, la gran esperanza para equilibrar el déficit del sistema de pensiones era la generación de empleo. Hoy, tras la creación de un millón y medio de puestos de trabajo y la retirada de más de 50.000 millones de euros de la hucha, se hace evidente que no basta con la recuperación
del pulso del mercado laboral para equilibrar el presupuesto de la Seguridad Social.

De hecho, pese a que en 2016 el número de afiliados al sistema creció 5,4 veces más rápido que el de pensionistas, el Ejecutivo prevé que la Seguridad Social cierre el ejercicio con el déficit más elevado de la historia, entre 18.000 millones y 19.000 millones de euros, lo que hace patente la necesidad
de tomar medidas adicionales, como han reclamado recientemente informes del Banco de España, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), Fedea o Funcas.

Y todo ello, a contrarreloj y en un escenario político muy complicado. A contrarreloj, porque el Fondo de Reserva se agotará probablemente este año. Y complicado, porque el PSOE reclama, a cambio de su apoyo para los Presupuestos, derogar la reforma de 2013 e indexar las pensiones a unos precios que suben ahora a un ritmo del 3% anual, lo que descuadraría todavía más las cuentas. Sin embargo, no hacer ninguna reforma podría recortar hasta la mitad del poder adquisitivo de los pensionistas.

Además, hay que tener en cuenta que, si bien la subida de los costes se ha moderado durante los últimos años, los gastos todavía crecieron a un ritmo del 2,8% interanual en 2016, hasta alcanzar los 139.932 millones de euros. Esto se debe a que las pensiones se revalorizaron un 0,25%, el mínimo legal, con lo que ganaron poder adquisitivo. Al mismo tiempo, la masa de pensionistas dentro del sistema se incrementó un 1,2%, hasta alcanzar las 8,6 millones de jubilados, debido al envejecimiento
demográfico del país. Finalmente, hay que tener en cuenta que quienes se retiran actualmente cobran un 27,8% más que la media, por lo que su incorporación a la lista de nóminas de la Seguridad Social encarece la factura. En cambio, los ingresos del sistema de previsión no han evolucionado en la misma medida, a pesar de la recuperación del mercado laboral. Los ingresos por cotizaciones sociales
en 2015, el último dato conocido, apenas avanzaron un 1,4%, menos de la mitad que los ingresos. 

Este efecto se debe a que, aunque el empleo ha crecido de forma muy significativa, la moderación salarial ha hecho mella en las cotizaciones sociales. Los nuevos empleados se incorporan al mercado laboral con nóminas relativamente bajas. “Crear empleo es importante, pero lo es más la productividad y los sueldos. Si éstos no aumentan en los próximos años, será necesario crear un nuevo impuesto para pagar las pensiones”, señala José García-Montalvo, profesor de Economía de
la Universidad Pompeu Fabra. 

Entre las distintas opciones que se barajan, destacan una tasa a los robots, un aumento de las cotizaciones sociales y un impuesto sobre el patrimonio. Sin embargo, la primera generará efectos muy negativos sobre la productividad, la segunda golpeará directamente al empleo y la tercera laminará particularmente las rentas de los jubilados, ya que son estos quienes acumulan más
activos en forma de una vivienda, generalmente.

Reformas incompletas Frente a este desafío, los políticos se han limitado a soluciones parciales o, incluso, a mirar para otro lado. Por ejemplo, las reformas de los últimos años se han demostrado bien orientadas, pero incompletas, ya que no han asegurado la sostenibilidad financiera de las pensiones
en el corto plazo ni para las próximas décadas, como ponen de manifiesto los expertos, que señalan la necesidad de retrasar la edad de jubilación más allá de los 67 años. Y los nuevos ajust
es propuestos
son un simple maquillaje.

Por ejemplo, la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, ha propuesto que “se paguen las pensiones de viudedad y orfandad con los Presupuestos y no con cotizaciones”, lo que no deja de ser una suerte de juego fiscal para trasladar el déficit de un sitio a otro. Y el secretario de Estado
de Presupuestos y Gastos, Alberto Nadal, dijo que, cuando se agote el Fondo de Reserva, previsiblemente este año, habrá que emitir deuda para financiar las prestaciones, algo problemático para un país donde la deuda sigue desbocada y podría alcanzar el 118% del PIB en una década, según
la Comisión Europea.

Mientras, el PSOE desoye los consejos de todos los expertos y reclama que las pensiones se vuelvan a actualizar conforme a la inflación como condición para apoyar los Presupuestos. El problema es que las alzas de las nóminas sirven de base para las pensiones de cada año. Por ello, José Antonio
Herce, director asociado de Analistas Financieros Internacionales, calcula que, si el coste de una subida del 1,2% para este año se extiende “durante toda la esperanza de vida media de los pensionistas a los que beneficia, el efecto acumulado equivaldría a un gasto de unos 15.000 millones de euros”. Y esto podría acelerarse, ya que este ejercicio se prevé el doble de inflación, por la subida
del crudo. La sangría puede ser todavía mayor con las medidas de Unidos Podemos, que apuesta por
derogar las reformas de 2011 y 2013. La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) calcula que, si esto sucediera, el gasto en pensiones se disparará hasta el 21% del PIB en 2050, frente al entorno del 13% del PIB en el escenario actual. Es decir, un gasto extra superior a toda la recaudación del IRPF.

Con todo, las pensiones se encuentran bajo la espada de Damocles, ya que la principal vía de ajuste es la nómina de los jubilados. La AIReF calcula que los pensionistas perderán un 7% de poder adquisitivo hasta 2022 y la merma se acelerará en los próximos años. Así, Herce calcula una caída de 
ingresos de entre un 14% y un 18% en la década que va de 2017 y 2027. “Pero lo realmente grave llegará pasado 2035, cuando se empiece a jubilar la generación de los baby boomers·

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